Tarde y Niebla

Hoy fue una tarde melancólica, pero hermosa.

Yo, atareado como siempre, por diversos motivos terminé en el óvalo Miraflores a eso de las 6 de la tarde; la cercanía a la playa del Óvalo se hizo más notoria con la abundante niebla que la rodeaba.

Era un ambiente espectral, yo he visto niebla antes obviamente, pero lo que vi este día no recuerdo haberlo visto antes, frío, gris, pero hermoso... las personas más lejanas se convertían en siluetas, mientras las más cercanas se veían cubiertas por una capa nubosa de fantasía... era como ver pasear almas, espíritus, esencias incorpóreas; súbitamente dejaba de estar en el óvalo y me teletransportaba a otro mundo, un mundo nuevo, indescriptible, con una extraña mezcla de tranquilidad y peligro, incluso esos lugares tan conocidos por los que paso con frecuencia dejaron de serlo para convertirse en terreno virgen, inexplorado e invitando a pasar y descubrir los secretos que guardan en su interior.

Mientras avanzaba al centro del óvalo Miraflores me dirigía al centro de la nada, poco a poco me hacía parte de ella, me confundía en ella, los detalles eran casi imperceptibles, todo estaba cubierto de un manto profundo, blanco, casi tangible, con olor a mar y apariencia de misterio... según iba avanzando, aquella sensación iba disipándose pero la niebla seguía... la gente mágicamente se convertía en silfos mientras la amiga niebla continuaba cubriendo árboles, autos, cosas y brindándoles un aura que los alejaba de la cotidianeidad y les brindaba magia...

Poco a poco... la niebla cubría todo cuanto estaba a mi alrededor cada vez más, engullía amorosamente a las personas, aletargándolos talvez, pero definitivamente dejando constancia que ha pasado un verano más y que las hermosas tardes de niebla volverán a acompañarnos.

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