"En medio del viaje de nuestra vida, errante me encontré en una selva oscura, por haberme apartado de la vida recta.""La Divina Comedia", Dante Alighieri
El día de hoy (aunque no me aparté de la vida recta), pasé literalmente por "el camino de mi vida"... viajar en la 25 es para mi ir en la máquina del tiempo, y la ruta que tomé hoy fue mágica ya que pasé exactamente por todos los lugares significativos de mi vida.
Es un momento mágico y nostálgico ver todos esos lugares, tan "comunes y corrientes" pero a la vez tan importantes, fue como presenciar la novela de mi vida, pero desde un punto externo, fue verme evolucionando y llegar a la conclusión que esos momentos no van a volver, pero que contribuyeron a hacerme lo que soy.
Saliendo de Villa, tuve que tomar un micro que decía "San Bartolo", pasé primero por el Parque Industrial de Villa el Salvador (aquel sitio donde hacen muebles), y recordé mi trabajo en Telefónica a principios de este año como vendedor de campo, recordé mis largas caminatas con mis compañeros, los teléfonos que vendí, los teléfonos que no vendí, lo emocionante que era ese trabajo para una persona desorientada como yo.
Luego llegó el carro a Benavides y me bajé al lado de la Richi, la Richi donde estudian varios grandes amigos, 2 de los cuales han sido mis compañeros desde que yo tenía entre 4 y 6 años... uno estudiando economía, otro estudiando ingeniería civil... cuesta un poco creer que nosotros que jugábamos tantas cosas, y hablábamos tantas incoherencias en el colegio, que nos divertíamos en los recreos, que nos peleábamos y nos amistábamos en menos de una hora, ahora seamos casi adultos y estemos a punto de convertirnos en profesionales.
Pasé por el Bembos que está junto a la Richi, y recordé cuando iba con mi mejor amigo, la chica que me gustaba y su hermana a comer allí, sólo para entrar a la piscina de pelotas y jugar a la lucha libre, recordé como nos dábamos inocuos golpes en la piscina mientras los niños miraban alrededor y ovacionaban (fueron los primeros fans de mi vida), recuerdo como la quería a ella, y como me daba miedo decírselo... amor de niño.
Llegué a la mítica Caminos del Inca, y tomé la no menos mítica 25, mi micro favorito, me senté en el único asiento libre (adelante, junto a la puerta), y emprendimos el camino, pasé por la Caminos del Inca recordando como íbamos caminando con mis amigos hacia el Bembos, recordé esa noche lluviosa en que la chica que me gustaba se sacó los zapatos y prefirió andar así, me acordé de su espontaneidad y de su locura, locura que yo calificaba de estúpida mientras que en el fondo era lo que me atraía de ella.
Pasé después por su casa, me acordé de que antes iba todos los días a visitarla, como ha cambiado su casa, la han pintado de otro color... yo conocía todos los rincones de aquella casa y ahora resulta tan extraña, tan no familiar, tan distante.
Pasamos ahora por la casa de mi mejor amigo, mi compañero máximo desde que tengo memoria, mi compañero de amores, de aventuras, de tonterías, mi socio de proyectos, mi hermano, aquel con el que todavía mantengo comunicación y la seguiré manteniendo, ese amigo que me metió al mundo de la lucha libre, el que me enseño a los Red Hot Chili Peppers hace muchos años para que yo los adopte luego como mi grupo favorito.
Luego por el paradero que yo tomaba todos los días saliendo de mi colegio, el paradero donde aprendí a tomar mis primeros micros, aún con miedo, el paradero donde salía hablando con mis amigos sobre mis nuevos planes, el paradero donde estaba el quiosco donde en cierta oportunidad me compraba mi "Revista Nintendo" o mis figuras de algún album.
Luego llegamos a la parte comercial de mi vida, Santa Isabel (que ya no existe), el Toys Park (que ya no existe, sino que ahora es un casino), el Mediterraneos Chicken, el Domino's Pizza que me entregó mis primeras pizzas (ahora las compro en otro lado), el Centro Comercial Caminos del Inca donde siempre iba a ver, a comprar, donde todavía voy al cine con mis amigos, donde jugué al bowling por primera vez.
Posteriormente pasamos por Luz del Sur, ah mi antigua casa... mi hogar por 15 años, mi cuartel, la primera MaTTicueva oficial, mis recuerdos con mis amigos del barrio, mis primeros negocios, la primera vez que me le "mandé" a una chica en mi cumpleaños, Caminante que fue asesinado en un Viernes Santo, los partidos de fulbito eternos que acababan con marcadores de 3 cifras, las ventanas rotas de la caseta del vigilante, cuando empecé a jugar nintendo, los juegos a las escondidas, a las chapadas, el señor Walter que siempre se enojaba porque la pelota chocaba en su puerta, los juegos de tocatimbre, la movilidad que me dejaba en mi casa, mi abuelo que en paz descanse, mi padrino de confirmación, mis entrenamientos de Kung Fu, las batallas nocturnas buscando perfeccionar técnicas de combate porque queríamos ser como Gokú o como Jackie Chan, o más niño aún cuando jugaba con mi skate, cuando la calle era de nosotros los niños, la manchita del barrio, los perros de toda la cuadra a los que conocía por su nombre, las señoras que siempre me saludaban, los vecinos, esa gran familia... luego la traición y la deuda aún pendiente que tengo, el deseo de desquite, el llanto por la justicia, tantos sentimientos encontrados mezclados en una calle.
Luego el Neoplásicas, la Capilla, me acordé de todo, mi acolitaje, el Padre Angelo que me enseño a hablar algo de italiano (que luego perfeccioné), las señoras de la Misa, despertarme todos los Domingos a ir a Misa y salir buenísimo con el alma purificada para seguir con la semana, cuando me hicieron Ministro de Eucaristía, cuando tuve que cargar la cruz, aquel lugar tan religioso donde aprendí tantas cosas, las hojitas de la misa, la rifa al final, la gruta, el Señor que estaba oculto detrás de la Iglesia al que yo siempre le iba a rezar para que no se sienta sólo, las palomas volando, las velas encendidas, la gente rezando con fe, la gente buenísima aunque sea sólo por la hora que duraba la Misa, los aspirantes a sacerdotes que eran jóvenes como cualquier otro que sintieron el llamado; aquellas horas que me pasaba viendo a las imágenes de Dios crucificado en las que oraba para que me deje ser como Simón de Cirene, aquél tipo que sólo apareció una vez, ese tipo alto y fuerte que sólo vino en la Biblia para ayudar a Jesús cuando más lo necesitaba y le llevó la cruz... ese Simón, con él me identifico.
Seguimos avanzando con el micro y vi el coliseo Dibós, donde fui con mi mamá a ver a los delfines, ya ni me acuerdo como fue el asunto, pero si me acuerdo que fui, con ella, con la que siempre ha estado allí, a la que le debo todo pero no me gusta demostrárselo para que no me mande a hacer cosas... la avenida Angamos, donde iba a la Universidad con miedo de perderme, cuando me regresaba en taxi todas las noches para que no me asalten los vendedores de caramelos, que casualmente me asaltaron una vez en esa misma avenida... avenida que pasa hasta llegar a la Arequipa, donde recuerdo todas las veces que iba caminando por toda la avenida, precisamente a inicios de este año en que para ir a la Universidad me iba caminando desde Javier Prado hasta el Óvalo Miraflores, poco a poco avanzamos.
Luego está Aramburú... me acuerdo de cuando fui con mi jefe a ver la nueva casa por primera vez, cuando la avenida no me era familiar, cuando era una simple avenida de tantas llena de casas cualquiera, y poco a poco se fue haciendo parte de mi.... de pronto veo que llegué al paradero, me bajo, y me doy cuenta que llegué sólo a mi casa, me doy cuenta que ese pequeño niño que tenía miedo de irse desde Luz del Sur hasta la avenida Aviación, ese niño que se perdía regresando de su colegio, ese niño que una vez a los 4 años se atemorizó de ir a la esquina de su casa, ya no existe, ha crecido, ha evolucionado, ha aprendido y ha recibido fragmentos de las calles grises y comunes, y a su vez ha dejado partes suyas por todas ellas.
Esa es la magia de mi ruta, la ruta de la 25 versión extendida, donde todos esos lugares, tan comunes, tan corrientes, expresan su magnanimidad, y prosiguen siendo mudo escenario de tantas historias de tantas personas; otras tantas sólo ven edificios y calles cualquiera, pero los que hemos protagonizado nuestra vida en ellas vemos algo más, porque dejan de ser "unas de tantas" y se convierten en parte de nosotros mismos...
MaTT