viernes, junio 25, 2021

Mi primer viaje en moto

Fue hoy, no planeado, rudísimo, en una moto proto-Mad Max (¿o debería decir MaTT Max?, ¿o Mad MaTT?); cruzando la inmensa avenida Arequipa, rodeando el óvalo Miraflores, recibiendo el impacto salado del altano de la Costa Verde. Con un casco enorme (lo suficiente para cobijar mi notable cabeza) y con una tecnología lo suficientemente futurista como para sentirme como la mitad de "Daft Punk" (o sea, "Daft"). Con Metallica y afines sonando a todo volumen, retumbando en mis oídos, haciendo temblar la pista, invadiendo las calles con su viril estruendo. 

Si hubiera sido planeado, me habría vestido de negro.

Me será imposible olvidar las miradas furtivas de peatones curiosos, las sonrisas descaradas de señoritas oficinistas, los saludos respetuosos de obreros reparando la pista, y la atención inequívoca de los choferes de micro y combi con sus respectivos cobradores. Me será imposible olvidar la sensación de mi cabello ondulante al aire, haciendo que todos los meses de pandemia alejado de la peluquería valgan la pena. Me será imposible olvidar el vértigo inicial que poco a poco se tornaba en ansia de libertad, en un grito simbólico de emancipación luego de meses y meses de encierro, límites y soledad impuesta por factores externos. Aquello fue la vida concediendo la oportunidad de expresar un manifiesto, oportunidad que fue recibida con inmenso placer.

Conforme van pasando los años las primeras veces se hacen más espaciadas; nunca desparecen del todo ya que esto sería imposible, pero ciertamente se distancian, por lo que es menester hacer de cada una un recuerdo memorable. Es casi una obligación aprovechar estas demostraciones de que este "viejo mundo" que tanto creemos conocer aún guarda cosas nuevas y maravillosas; y que en la vorágine de caos que lo circunda, es todavía un lugar hermoso.

Mi primer viaje en moto fue extraordinario, tal como debería ser.

MaTT

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