Un Retorno de Leyenda - Parte 8

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En el capítulo anterior...

Primero, Segunda, Tercera, Cuarta, Quinta y Sexto han finalizado su visita a la parte Selva y ahora se dirigen a la parte Internacional.

Al salir de la Selva, nos encontrábamos en un inmenso camino que nos dirigiría a la parte internacional, pero primero teníamos que pasar por algunas atracciones secundarias.

Lo primero fue un enorme letrero que decía claramente "Karts" (o Mini Karts, no recuerdo), Sexto recordando su tierna infancia no muy lejana fue lo más rápido que pudo animándonos a todos a jugar con los carritos, pero al llegar, la pista de karts era sólo un descampado y a lo lejos se vislumbraban restos de estos pequeños vehículos, ahora inservibles. Nuestra decepción se notaba a leguas, aunque quedaba todavía un pequeño kart al que Sexto se subió rápidamente para una fotografía (que tranquilamente podría ganar un premio en un concurso de fotos chistosas).

Conforme avanzábamos nos topamos con la jaula de los búfalos, Sexto y yo sentimos un inevitable deseo de tararear "La Marsellesa", cosa que hicimos ante la atónita mirada de los presentes, pero cuando faltaban sólo unos metros tuvimos que callarnos aturdidos por el penetrante olor a búfalo que había en el ambiente, casi eyectados por ese aroma salimos de aquel lugar.

El hecho es que la presencia del búfalo ya nos mostraba que estábamos en los linderos de la zona internacional del zoológico, la cual es una de las zonas favoritas del público (o eso me parecía cuando era niño), allí encontramos a Yoshi, que luego de tomarse unas vacaciones del mítico mundo de Nintendo (aburrido de que un fontanero gordo lo use como vehículo) ahora era trabajador de la compañía petrolera y daba la bienvenida al "museo del petróleo" del parque, en dicho museo uno puede ver el petróleo en su máxima expresión (lo cual me parece mucho más artístico que muchas exposiciones a las que he ido últimamente); a falta de ganas, optamos por no entrar esta vez al museo sino más bien sacar fotos con Yoshi tras lo cual seguimos nuestro camino luego de haber dejado feliz al dinosaurio que casi nunca recibe compañía.

Venga a ver, venga a ver, mira ya

Por el otro lado estaba la cabra Abbadon (mi amiga Sarita se sentirá feliz de ver que no me olvidé) que jugaba a los topes intentando derribar un árbol, no nos quedamos mucho porque Sexto juraba que ese era el Anticristo y tenía miedo de acercarse por lo que fuimos a un lugar más amistoso, la jaula de la jirafa.

La cabra Abbadon creando salvajía; al fondo, ovejas que metieron la cabeza a un tarro de brea

Lo curioso es que la jirafa no estaba en su jaula, sino más bien en la de al lado (en la que no recuerdo que animal había, creo que eran cabras), como esta jaula tenía la reja baja tuvimos la oportunidad de ver a la jirafa de cerca (y cuando digo de cerca, quiero decir DE MUY cerca), nuevamente Segunda y Tercera lograron acariciar al animal, llegaron algunos niños educados a observar con atención y a admirar nuestra grandeza, pero así como llegaron tipos buenos también empezaron a llegar curiosos aprovechando para darle porquerías al pobre animal, el caos se armó, los niños educados tuvieron que replegarse, los niños malcriados se abrían paso a empellones (y afortunadamente no me tocó ninguno, porque allí si que no hay niño que valga y habría acabado en la jaula de los leones), Segunda les dirigió una sexy mirada de odio y nos fuimos de allí antes que nos peguen alguna enfermedad.

Jirafa Unlimited

Luego de ver a la jirafa tan cerca como nunca antes, no pude evitar recordar al viejo elefante que me divertía tanto cuando era un niño, ese elefante era todo un mito y sabía jugar fútbol (no es un chiste, de verdad sabía jugar fútbol), un zoológico sin elefante definitivamente no es lo mismo, hagamos una línea de silencio en la memoria del alegre paquidermo.



Gloria al elefante... en fin, seguimos avanzando y a lo lejos estaba el tranvía (un antiguo vagón que según cuenta la leyenda antes era el medio de transporte masivo de la capital), mientras avanzábamos Sexto me hizo una seña hacia atrás, era la cabra Abbadon que desde su jaula se comía la ropa de un niño que había osado meter el brazo para molestarla, no pudimos ver el espectáculo completo porque nuestras acompañantes tenían prisa por ir al tranvía y sacarse fotos allí pero me quedé con el regocijo de ver al infante devorado por la cabra... mientras seguíamos avanzando hacia el tranvía, vimos una banca con una jirafa de plástico sentada en posición de esperar el autobús (en realidad esto no es relevante pero me pareció chistoso, ríanse todos).

En el tranvía hubo una rápida sesión de fotos que no vale la pena mencionar, más adelante había una entrada rojiamarilla que daba la bienvenida a un boulevard (en realidad no era un boulevard, era más como un camino en el desierto) donde había una huaca a la derecha y perros a la izquierda, aprovechamos la huaca desértica para sacarnos fotos al estilo Power Rangers, luego vimos a los perros (que no estaban jugando póker) entre los que se encontraba el famosísimo Perro Peruano sin Pelo, más adelante no había nada así que dimos media vuelta y volvimos para ver el resto de la zona internacional.

A nuestro regreso vimos el enorme espacio destinado para el oso pardo (siempre me pareció que tenía el mejor ambiente de todo el zoológico), un poco más allá el ostentoso pavo real y luego nos tocaba ver a los tigres, leones y otros gatitos, lo primero fue ir a la jaula del tigre donde era justo la hora del almuerzo por lo que justo le habían servido un apetecible pedazo de carne descomunal al felino, la gente miraba asombrada esperando ver las feroces fauces de la bestia en acción, pero contra todo pronóstico el tigre tomó la carne con finura y como si fuera estudiante del manual de Carreño comió educadamente y sin sobresaltos, por supuesto que los espectadores decepcionados por la falta de salvajismo se fueron a ver al siguiente animal, nosotros nos quedamos sacándole algunas fotos más al tigre que seguía comiendo educadamente.

Llegamos a la jaula del león que se encontraba acompañado por la leona (duh), esta pareja es sin duda un matrimonio típico, el león estaba tirado por allí sin ninguna preocupación mientras la leona daba vueltas por toda la jaula, nosotros los estábamos contemplando por todo lado posible mientras dábamos vuelta a la jaula, la gente hacía comentarios acerca de los leones, de pronto una señora ya entrada en años se acercó a la jaula, la leona se acercó a ella, ambas se quedaron frente a frente y todos los presentes estaban expectantes...

Leona: ...?
Señora: Que lindo animal
Leona: ...?
Señora: ¿Cómo te llamas pequeño?
Sexto: ¡JUAN ROJAS!

Y allí acabó el misticismo, todo el mundo lanzó una carcajada, creo que hasta el león se estaba riendo, la señora dio vuelta rápido para ubicar al bromista pero nosotros ya habíamos puesto pies en polvorosa hacia la jaula de los mandriles.

No pasaron muchas cosas relevantes en la jaula de los mandriles, la gente que siempre se asombra del rojizo trasero inflamado de estos primates y nada más, la parte internacional había terminado y yo me preguntaba donde cresta estaban los hipopótamos que salían en el mapa... en vista que no habían hipopótamos y que la salida de la zona internacional estaba exactamente en nuestras narices, nos dirigimos a la última zona que nos faltaba, la zona costa.

CONTINUARÁ (ya casi no falta nada)...

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