Todo universitario que se respete, sabe que es clásico para los ajetreados estudiantes comer "pan con pollo", los populares "sanguchones", tomar abundante café (sobretodo si eres de informática), o comer papitas, doritos, snacks y cuanto empaquetado saladito exista, también están las galletas para engañar al estómago y las nunca bien ponderadas salchipapas... yo he comido muchas de estas cosas durante mi vida universitaria y es que uno no tiene tiempo de absolutamente nada como para ponerse exquisito con las comidas.
Sin embargo, nosotros le hemos dicho que no a la costumbre y nos hemos dedicado a innovar, utilizando nuestro bien ganado dinero y a disfrutar de la envidia con la que todos aquellos estudiantes comunes del "menú de un sol" nos miran degustar nuestros excéntricos platillos, de esta manera, hemos instaurado la tradición de "Los Sábados del Club del Gourmet".
Es menester recalcar que lo que comemos no es nada del otro mundo, si usted imagina que nos dedicamos a servirnos caviar o a disfrutar de lomo fino acompañado de esos tragos exóticos que valen más que la casa en la que la mayoría de nosotros vivimos está bien equivocado, nosotros comemos cosas bien alcanzables por cualquiera, pero la diferencia es que estas cosas NUNCA son consumidas al interior de una universidad y menos de la forma altanera y petulante en que nosotros lo hacemos.
Todo comenzó cuando nos enteramos de una oferta del Bembos que indicaba "Dos hamburguesas por ocho soles", Kheren (que es la amiga de la que les he platicado en innumerables oportunidades) me sugirió ir a comprar una oferta entre los dos, luego otro amigo (apodado Pajarón por ciertas actividades extracurriculares) se nos uniría y entre los tres compraríamos un par de esas ofertas, decidimos llevar nuestra bolsa llena de hamburguesas a la universidad y de inmediato me percaté de que... TODOS NOS ESTABAN MIRANDO, no pude describir el placer que sentí al comer dichas hamburguesas mientras el público salivaba como hienas hambrientas al frente mío.
La semana siguiente quisimos hacer lo mismo pero la oferta de las hamburguesas ya se había terminado, para no quedarnos sin el gusto de repetir el plato fuimos a comprar un sabroso pollo a la brasa, enterito con sus papas y su gaseosa de 3 litros (sin ensalada porque yo me opuse)... es decir la típica comida familiar dominical, y nos situamos nuevamente en la cafetería (a riesgo de que nos echen por consumir cosas compradas en otro lado) a degustar ese delicioso pollito en frente, una vez más, de algunos acongojados estudiantes.
Helado de Selva Negra antes
Por supuesto que eso ya era el inicio de una tradición... a la otra semana (que sería la semana pasada), el platillo fue un helado de Selva Negra bastante llamativo, que al igual que las otras comidas fue devorado en cuestión de minutos entre nosotros tres y nadie más, a pesar de las miradas suplicantes de nuestros compañeros.
Helado de Selva Negra después
Y esta semana, la última semana antes de finales, optamos por comer una caja de 12 donuts recién salidas con su respectivo botellón de gaseosa, todo un bocado provocativo para cualquiera que nos dejó bien llenos y muy satisfechos por el trabajo bien hecho.
La próxima semana es la última semana de clases del ciclo para mí, y aunque he deseado mucho que acabe este ciclo de una vez por todas, algo que voy a extrañar sobremanera es nuestra riquísima tradición de los Sábados del Club del Gourmet; y para cerrarla con broche de oro, el Menú para dicho día será por supuesto, el plato máximo, una sabrosa pizza (que pensamos nos saldrá gratis ya que el portero de la universidad no debería dejar entrar al repartidor, con lo que pasarán más de 30 minutos hasta que nos la entreguen) que nuevamente disfrutaremos sin darle (o deberle) nada a nadie; para chuparse los cuadernos.
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