Advertencia Innecesaria: A todos aquellos que a partir del título pensaron que el contenido del post estaría relacionado a mis espléndidos genitales, lamento decirles que no es así, se trata más bien de mi experiencia como miembro de mesa en el proceso de revocatoria a la alcaldesa de Lima que tanto quiero; aún así, y agradeciendo su preocupación por mis órganos sexuales, me complace informarles que siguen siendo tan extraordinarios, proporcionales a la estatura, y funcionales como siempre.
Nota para los Extranjeros: Lima, mi ciudad, aquella metrópoli olvidada del mundo, llevó a cabo un proceso de revocatoria de sus autoridades municipales, dónde se sometió a voluntad popular si la alcaldesa, Susana Villarán, debía permanecer en el cargo o retirarse. El sorteo de miembros de mesa me seleccionó como tercer miembro, he aquí la crónica que aquello que me tocó vivir.
¡Haga algo, Señora Villarán!, ¡REVOCATORIA YA!
Miembro de mesa, el sólo cargo acarrea el temor, la pereza y/o la indiferencia de miles; cuando me enteré que sería tercer miembro me reí, yo ni siquiera creo en la democracia. La flojera apareció por unos minutos "¿y ahora que hago?", pensé; sin embargo, la naturaleza del proceso y la férrea posición que había asumido cambiaron mi sentimiento por una inusual motivación e incluso deseos de asistir, después de todo, meses antes había avalado el proceso firmando voluntariamente (incluso llamando al recolector de firmas y reclamándole por no haber salido a recabarlas antes) y sin galletas de por medio. Teniendo en cuenta que uno de los derroteros de mi existencia es ser íntegro en mis posiciones sin importar qué, tenía que dar la cara y asumir el deber cívico con paciencia y buen humor. De inmediato descargué la cartilla de miembro de mesa de la web de la ONPE y la memoricé tan bien como pude.
¿Cómo que no me dieron galletas para firmar el planillón?, ¡Haga algo, Señora Villarán!, ¡REVOCATORIA YA!
Yo contaba los días y miraba, no sin desconcierto, la caída del "SÍ" en las encuestas; mientras indignado y asqueado soportaba a diario el blindaje mediático que se le hizo a la alcaldesa en casi todos los medios de comunicación que consumo, tristemente acepté que mi radio favorita había pasado de ser "Radio Capital" a ser "Radio Villarán" (salvo honrosas excepciones como Mr. Butters, y aquellos programas que no tienen trasfondo político, por ejemplo, el nunca suficientemente alabado Dr. Choy) y me di cuenta que la victoria del "NO" era inminente. Lejos de desmotivarme, esto me animaba más a llegar a la mesa y adueñarme de todos los votos posibles, por la razón o por la fuerza. Confieso incluso haber proclamado que como mínimo derribaría con impecable puñetazo a cualquier personero izquierdoso radical, hipster apolítico o socialconfuso metete que osara impugnar un voto en contra de Villarán.
Los personeros del "NO" (Interpretación del autor).
Llegó la primera capacitación, no asistí; estuve enfermo física y espiritualmente, padeciendo de fiebres terribles y visiones de votos llenos de "NO"; entre agudos dolores que para un humano promedio significarían la muerte, tuve que pasar el primer domingo de capacitación en cama, ansioso a que llegue la semana siguiente. El tiempo no perdona y dicha semana llegó, conocí algunas personas y aprendí al dedillo las funciones de miembro que de antemano conocía. Me divirtió ver a algunos presidentes de mesa que no entendían absolutamente nada, escuchar preguntas de situaciones estadísticamente improbables ("¿Qué pasa si viene a votar un invidente manco y sin acompañante?", "¿Qué hacemos si no nos viene ninguna cédula de votación?", "¿Cómo reaccionamos si alguien se lleva el ánfora y huye corriendo?"), más me consoló la visión de una bella suplente, tan hermosa como silente que no olvidaré a pesar que probablemente nunca veré más en mi vida.
¿Qué hacemos si vienen a votar un montón de hombrecitos de colores sin rostro ni huellas digitales?
Finalmente llegó el día de la votación, habían anunciado feriado para el lunes posterior al proceso; era Sábado y tenía que dormir temprano puesto que planeaba ir a pie a mi centro de votación (sin revelar locaciones, diré que se trata de una caminata de 2 horas aproximadamente, solía ser menos pero, como les dije, me mudé). Anticipándome a un almuerzo electoral más digno de caridad que de opulencia, pedí una pizza, lavé un tapper con mis propias manos (Nota del redactor: Nunca hice nada en mi casa hasta que me mudé a vivir sólo a mi MaTTicueva Personal, tema que en algún momento contaré aquí) y acomodé cuanta pizza pude, serví la Coca Cola de la oferta en una botella de Pepsi que usé de medicina cuando estaba enfermo y alisté todo en una maleta junto a mi documentación, manuales e instrumentos de aseo (porque si me iban a ver tantos desconocidos, tenía que lucir y oler bien en todo momento). Me conecté a Internet por un momento e irónicamente me fui a acostar a las 3 de la mañana, a pesar de mi legendario sueño pesado e invencible, desperté dos horas después, fresquísimo, me bañé y me cambié mientras veía proféticamente, como Gokú y Majin Boo se enfrentaban en uno de los capítulos finales de DragonBall Z, cargué mi MP3 con canciones apropiadas para la ocasión, me perfumé, y tras alardear en internet de mi civismo, sonriente y emocionado salí para la aventura.
¿Le pegó MaTT a un personero?, ¿Completó la caminata de 2 horas?, ¿En su mesa ganó Villarán?, ¿Le invitó pizza a alguien?, ¿Se volvió súbitamente de izquierda y le marcó que "NO" a todo?, ¿le prendió fuego al ánfora?, estas curiosas interrogantes y muchas más quedarán despejadas en el emocionante próximo capítulo.
CONTINUARÁ
MaTT
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