Un Retorno de Leyenda - Parte 5

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En el capítulo anterior...

Primero, Segunda, Tercera y Cuarta merodean por la Sierra encontrando a las extrañas criaturas que habitan dicha zona del zoológico, durante el recorrido llega Quinta.

Con la llegada de Quinta, sólo faltaba una persona para completar el grupo.

Retomamos el camino a la ya mencionada Mina, sin embargo decidimos no entrar (en todo caso he entrado mil y una veces, y a pesar que ahora soy técnicamente invencible me siguen aterrando los inmóviles obreros de plástico que trabajan allí), aún así aprovechamos la enorme rueda que se encuentra a la entrada de la mina para sacarnos una foto de grupo, esta vez la encargada fue Tercera.

Luego de la foto continuamos el camino por lo que quedaba de la Sierra, Tercera había consultado a un cuidador si habían más auquénidos por allí mientras que nosotros nos encargábamos de ver al zorro nuevamente.

La taruca se encargaba de cerrar la parte Sierra, finalmente llegamos a la Selva, de inmediato se notaba un cambio en la ambientación, la Selva proseguía rodeada de árboles, pasto, hierba y un camino de madera, es decir todo lo necesario para hacer sentir al visitante en medio de una misión de exploración (claro, sin incómodos mosquitos, sin tener que caminar sobre el suelo agreste y sin los nativos que se comen a la gente).

Entramos a la parte Selva, nos recibieron los caimanes siempre tirados y sin ningún movimiento, esta vez tenían su propio espacio donde recibían una luz roja muy intensa, luego estaban algunas tortugas (jojo tortuga) flotando inmóviles con su coraza a cuestas, y demás criaturas de este tipo, es en esta parte donde me sentí alegre sobremanera, ya que gracias a mi tamaño privilegiado podía ver a los animales sin ningún problema mientras los infames niños se estiraban al máximo para no ver más que un pedacito de caparazón (que sabia es la naturaleza), no faltaban los irresponsables y aún más infames padres que cargaban a sus hijos sobre sus cabezas y casi los metían a la jaula para que pudiesen ver mejor a los reptiles, más de una vez me sentí tentado a empujar levemente para ver si los cocodrilos tenían hambre.

Avanzando un poco más se vislumbraban las jaulas de algunas aves que chillaban con esmero, debo destacar a Tucán, Tucán es un ave muy respetada entre los seguidores de Ganzo y se dice que también tiene usos como anti-drogas; contiguo a las aves se encontraba el "gato salvaje" que en realidad parecía un pobre minino capturado en las inmediaciones del parque (y por cierto, ¿para qué rayos ponen un gato tan cerca de las aves?, ¿para controlar la sobrepoblación?).

MMM Gatito

Una jaula con guacamayos besándose apasionadamente estaba allí y abajo la comida de estos era devorada por invitados que se metían por los resquicios de la jaula (pequeñas palomas, tórtolas y unas ardillas metiches), aún más abajo en la jaula había un extraño animal que se convertiría en protagonista de nuestra visita, el popular "añuñuy" (sisisi, se llama añuje, yo sé). Para los que no saben que añujes es un añuje, es un animal similar a una rata grande, de color marrón oscuro y con unas patitas delanteras totalmente desproporcionadas con su regordete cuerpo.

¡¡¡AHHH UNA RATA!!!

Bien, seguimos el camino y nos topamos con un árbol gigante lleno de firmas de los eventuales asistentes (o debería decir vándalos) al parque, las chicas decidieron tomarse una foto en el viejo árbol y yo tuve una oportunidad para limpiar mi nombre de experto fotógrafo (debo decir que esta foto si salió bien, la cámara de la Marquesa ya no guardaba secretos para mi).

En ese momento recibimos una llamada, era Sexto que había llegado al parque, el grupo estaba completo (sólo faltaba encontrarnos), la Marquesa le dijo que nos encontrábamos en la selva y que llegue cuanto antes, mientras el venía seguimos nuestro camino.

Todavía faltaban algunas cosas por observar.

CONTINUARÁ (lo garantizo)...

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