"Clusterfuck" es una palabra maravillosa que probablemente muchos no comprenden y que nadie menor de 18 años debería conocer, una palabra sucia de sonido agresivo y poderoso; ideal para definir el estado del tráfico actual en las avenidas que circundan mi base de operaciones.
Claro, escribo esto luego de ganada la guerra, luego de vencida la dificultad, pues el tráfico aunque caótico ya no llega a los niveles clusterfuckianos de hace un par de meses, sin embargo he de mencionar lo horrible que se puso y lo mucho que le arruinó la vida a todos los vecinos.
Claro, escribo esto luego de ganada la guerra, luego de vencida la dificultad, pues el tráfico aunque caótico ya no llega a los niveles clusterfuckianos de hace un par de meses, sin embargo he de mencionar lo horrible que se puso y lo mucho que le arruinó la vida a todos los vecinos.
Volvía al trabajo de mis vacaciones de Marzo, despreocupado totalmente, saliendo con el tiempo justo (MaTT no llega tarde, MaTT crea expectativa) y tras caminar un par de calles vi una vorágine de autos apuntando a todas direcciones completamente detenidos el uno con el otro; similar al ouroboros (quien se comía su propia cola) pero exponencialmente aumentado, puedo afirmar que esto era una hidra devorando con cada cabeza cada una de sus extremidades.
En las primeras horas de la mañana se me hizo constante observar como todos estaban de mal humor, gritándose, insultándose, sofocándose con el calor y deseando cada uno que muera el que estaba al costado; durante un par de días llegué notoriamente tarde a mi trabajo, toda la semana siguiente opté por ir en taxi pero esto no sólo no solucionaba nada, sino que traía enrevesados conflictos y confusión constante porque "la calle por donde fui ayer ahora está cerrada" y porque "vamos por este atajo... me lleva el diablo, todo el mundo decidió ir por aquí hoy", entre otras perlas y llegó el momento que todos enfrentamos tarde o temprano: EVOLUCIONAR O MORIR.
Pude haberme conformado con llegar tarde, total, "no es mi culpa", pude caer en la trampa, pude haberme sometido al malhumor común del ciudadano inferior, pude haber decidido entregarme a la ira, seguir con mis hábitos de despertar tarde y acostumbrarme a maldecir a todo el mundo porque llegué aún más tarde al trabajo, pude haberme gastado todo mi sueldo en taxis (por eso del truco de "te doy 50% más si llegas en 10 minutos", que valgan verdades hace maravillas), pude haber optado por encontrarle disfrute a viajar como ganado en un micro lleno de gente sudorosa, pestilente y apretada, pude haber dejado de ser MaTT. Pero no lo hice.
En un arranque de masculinidad digna de todo macho capitalista y poseído por la desquiciada intención de demostrarle a todo el mundo que MaTT es más que el tráfico, haciendo gala de disciplina invencible y gumaros a prueba de balas opté por el cambio más radical: levantarme media hora antes e irme caminando.
Como peregrino cualquiera, inicié el primero de Abril, tomé mis cosas, me vestí, salí temprano y emprendí el camino. Cuadra tras cuadra tras cuadra. El primer triunfo se sintió rápido y fácil al pasar de largo por el paradero donde antes gastaba incontables minutos mientras veía las caras de miedo y frustración de quienes esperaban vanamente un micro vacío. Luego cruzar avenidas con conductores furiosos, mujeres asustadas y hombres maldicientes, atravesar calles donde niños corrían para llegar temprano, oficinistas se quejaban y secretarias tenían el ceño funcido, pasar por puertas de oficinas donde desesperados ejecutivos buscaban lugares donde estacionar, mientras que yo, dueño de mí, del tiempo y de la vía caminaba pacíficamente y gozaba del gratuito espectáculo de la desesperación ajena.
Ha pasado un buen tiempo y ya institucionalizé mi caminata, a diario atravieso el enorme clusterfuck que me rodea y veo a sus víctimas quejarse, chillar e insultar a todo (incluso a su propia vida), culpando a Castañeda, al tráfico, al semáforo, a la calle cerrada, al conductor de adelante, al conductor de atrás, a la policía de tránsito, al cabrón este de metro ochenta y seis que cruza sonriendo, y lo atravieso riendo a carcajadas, es más, incluso en una maniobra sardónica y totalmente "cachacientas", suelo pasar a propósito al lado de los micros mirando las ventanas y sonriéndole a los desesperados pasajeros apretujados y toqueteados mutuamente (generalmente recibo de vuelta miradas de odio que me hacen sentir el mayor placer del mundo); ahora incluso compañeros de trabajo adoptan parcialmente mi método y hasta he recibido una solicitud de alguien que quiere ser guest star en mi caminata, nuevamente he empezado a cambiar el mundo.
No sólo no contamino, no me desespero, no sufro, no soy manoseado, ni apretujado, ni tampoco estafado por taxistas astutos sino que estoy mejorando mi resistencia, bajando de peso, llegando al trabajo de buen humor, y ganando el tiempo de la caminata para seguir haciendo planes, cantar desentonadamente cualquier cosa que se me ocurra (porque es de lo más delicioso en la vida) y gozar a mares la frustración de los demás cuando contemplo y me dejo contemplar por las sufrientes víctimas de los hiperpopulados clusterfucks, palabra que en mis oídos suena deliciosamente. Evolucionar o morir, como siempre, esa era la respuesta.
Y les digo a todos ustedes... no hay mayor placer que escuchar a alguien decir: "Perdón por la tardanza, había mucho tráfico" y tener el derecho pleno de responderle mirándole fíjamente a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja: "Sí claro, y yo llegué en helicóptero."