jueves, diciembre 20, 2012

¿Y si el mundo se terminara mañana?

¿Y si el mundo se terminara mañana?

¿Y si la profecía maya que vi en un olvidado rincón de la internet desde alrededor del 2004 (que sólo hace unos meses alcanzó difusión masiva) resultara verdad? 

El 21 de Diciembre del 2012, ya no es un día lejano, de hecho, mientras escribo esto estamos a unas cuantas horas.

¿Estarías listo para afrontarlo?

¿Cómo te sentirías si este fuera el último día de tu vida?, ¿tienes paz espiritual?, ¿tienes paz mental?, ¿estás satisfecho con lo que has logrado?, ¿te enorgullece cuánto sabes?, ¿te gusta cómo luces?, ¿dónde vives?, ¿quiénes te rodean?, ¿cuánto ganas?, ¿estás satisfecho con todo eso?

Quizás tu respuesta es "No me importa", en cuyo caso, no solo eres desdichado, sino que estás condenado a serlo siempre, pues nunca podrás corregir aquello que ignoras (o no admites) que haces mal. Es una pena.

Es también probable que tu respuesta sea "No"; en ese caso, lo siento mucho por ti. Pudiera ser que en tus últimos cinco minutos de vida, lo único que te quede es el arrepentimiento de no haber hecho todo lo que pudiste hacer, la angustia desgarradora de haberte dado cuenta que dejaste las cosas para después y ya no habrá más después; el remordimiento infame del "te quiero" que no dijiste, el kilómetro que no corriste, el beso que no diste, el libro que no escribiste, la oportunidad que no tomaste.

Conforme se acerque el final, te darás cuenta que es un final soso; sin sentido, igual que el resto de tu vida; notarás que es un final cargado de angustia, temor, decepción, pena. La conciencia aterradora de que tus cinco minutos son ahora cuatro, y luego tres, y dos, y uno; te hará darte cuenta que en ese preciso instante lo único que podrás hacer por tus metas desperdiciadas y, ahora sí, inalcanzables, será llorar, desear volver atrás, afirmar para tus adentros con toda convicción que si tuvieras una última oportunidad podrías lograr todo lo que siempre quisiste, sollozar al viento que ahora quieres hacer todo lo que dejaste pendiente, porque siempre supiste que podías, pero nunca tuviste el coraje para hacerlo, nunca hasta este momento, nunca hasta este último minuto, cuando ya es demasiado tarde.

Sin embargo, desafortunado y miserable lector, es menester para mí regalarte una alegría; verás, es bastante probable que mañana no se acabe el mundo; y de hecho, si pudiste entrar a internet y leer mi blog ahora mismo, es también bastante probable que no te mueras en el futuro cercano. ¿Qué te detiene entonces para llevar a cabo lo que con desespero afirmabas cuando pensabas que tu final era inminente?

Quizás no vivas para ver el final del planeta, pero definitivamente vivirás para ver el final de tu historia, y te garantizo que llegará irrevocablemente, antes o después, pero en un período de tiempo finito vendrá el momento en que tengas que desaparecer de este mundo. En tanto eso ocurra, no temas, la certeza de la llegada de tu muerte, curiosamente debería anular todo temor (pues no puedes hacer nada para evitarlo); sal porque todavía puedes hacerlo y gánate la increíble recompensa de, cuando toque, pasar tus últimos 5 minutos de vida orgulloso de la huella que dejaste en tu trayecto existencial, sin arrepentimientos desesperados ni "hubieras" inexistentes; cualquier día es tan bueno para morir como el siguiente o el anterior e indefectiblemente algún día te ocurrirá a ti también.

Aprovecha el saber que morirás, ténlo siempre presente, porque es el recordatorio perfecto de que tu tiempo es limitado, y que por más que aparentes lo contrario, sigues siendo humano. Todo ello es un conocimiento que vale mucho, así que aprovecha el tenerlo y cuando el tiempo llegue, disfruta del descanso sabroso y merecido tras una agotadora vida. 

Agradece que ahora puedes, entrena para lo que no puedas, siente temor pero que no te detenga, planea pero no te paralices, duda pero no te trabes, llora pero no escapes.

Y cuándo estés afuera, viviendo, luchando, intentando, y por tu propia y débil naturaleza humana te gane el cansancio, el miedo, la pereza, la apatía o simplemente la mediocridad conformista a la que has estado acostumbrado, recuerda la pregunta con que iniciaron estas líneas.

¿Y si el mundo se terminara mañana?